Serguei Martínez Castillo


Lejanas hojas otoñales


por Melissa Cordero Novo


Las estaciones vibran el papel como lo hace la espiga atormentada por el viento. Se inclinan y el acto de escribir se convierte para el joven narrador y poeta villaclareño Serguei Martínez Castillo en episodio sacro. Escribir siempre, aún si el cuerpo roído por realidades múltiples avanza hacia los cantiles citadinos donde abundan las sombras, aún después de todos los inviernos y todas las primaveras.
Profesor de filosofía e historia, es egresado del Taller Nacional de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso y miembro de la Asociación Hermanos Saíz. Ha obtenido algunos premios literarios entre los que destacan: Bustos Domecq (2009) y Celestino (2010); y las becas de creación Ciudad del Che (2007) y Sigifredo Álvarez Conesa (2008 y 2009). Tiene publicados los libros de narraciones Excursiones al otro lado (2009) y Otro fin de año magnífico (2010), y el de poesía Summer (2009).
En 2014 Serguei mereció el premio promovido por la editorial Reina del Mar de la AHS cienfueguera con el cuaderno de poemas Otoño. Este libro se convierte así en la segunda entrega de una tetralogía planificada por el autor tomando como título a cada una de las estaciones. Dueño de una poesía vertical y clara, serena, y llena de alusiones tan ficticias que se descubren ante el lector como magnos golpes de realidad.
Eres profesor de filosofía e historia, ¿cómo dialoga esta profesión con tu literatura?
“Trato de impartir clases de forma poética, y trato de filosofar cuando escribo. Es así, no lo concibo de otra forma que como una sociedad compleja y cerrada en la que actuamos la historia, la filosofía, la escritura y yo”.
El nombre de tu ciudad natal es muy sugerente (Unidad Proletaria), ¿existe algún pasaje de tu infancia que te enrumbara hacia las pretensiones de escribir?
“No tanto como eso, nada de aquello me motivó directamente a escribir, pero cuando empecé a hacerlo aquello comenzó a cobrar vida, como de la nada, todo parecía tomar nuevos significados, y lo que hasta ese momento me había parecido una infancia más bien sombría o por lo menos común, a la luz del deseo de escribir se tornó algo sustancial y luminoso”.
¿Es el taller de técnicas literarias Onelio Jorge Cardoso quien te hace pensar más en serio la escritura, sobre todo, la narrativa?
“Ayudó bastante, antes de eso estaba un poco verde, después seguí verde, pero la masa se me empezó a poner dulce”.
¿Te brinda más placer narrar o escribir poemas?, ¿existen diferencias para ti?
“En lo formal existen las diferencias que todos conocemos, pero realmente no creo que haya mucha ni que ninguna de las dos cosas me dé más placer que la otra, escribo porque siento el impulso, y ese impulso es válido e igualmente intenso al escribir poemas que prosa. Si hubiera una diferencia es que en la narrativa me puedo esconder más, es decir, me expongo menos”.
¿Por qué hacer una tetralogía de poemas soportados por las estaciones?, ¿qué de semejante y diferente planeas entre cada poemario para que este proyecto sea interesante y sugerente?
“Pienso que no hay nada más simbólico que el año natural. El deseo de escribir una tetralogía viene de la idea de hacer una pequeña versión de mi vida en poemas, de lo que percibo, de lo que soy capaz de madurar, y las estaciones son, en cualquier caso, para mí y universalmente, algo realmente poético”.
¿Cuál es la línea discursiva que quieres perseguir en tus poemas?
“Un discurso de la intensidad o su ausencia, del hecho estético, de la realidad múltiple. Tendría que escribir más y esperar para decirte más”.
Todos sus libros de alguna manera han sido premiados. Permíteme preguntarte, ¿escribes pensando en la posibilidad de un premio como medio para la publicación?
“La verdad es que no. Si lo hiciera no me daría ningún tipo de pudor decirlo. Lo que pasa es que sí lo he intentado, y cada vez que lo hago es un fiasco. Cuando he escrito sin esa preocupación, y con paciencia, las cosas se han ido aquilatando, me ha ido mejor. Es como la musa, o lo que sea que exista, si la miras, se va”.
¿Qué significado tiene para Serguei obtener premios en una época donde hay muchos jóvenes escribiendo y tratando de insertarse en las listas de la nueva poesía cubana?
“Bueno, obtener premios la verdad es importante por razones más prácticas como el dinero y la promoción. Por lo demás, y hasta ahora, me parece bien la idea de poder seguir escribiendo y publicando poco a poco”.
¿Cómo crees que te insertas dentro del movimiento —siempre en renovación— de los poetas jóvenes cubanos?
“La verdad no sé, como tú dices, siempre se está renovando, entonces no tengo consciencia de si alguien (lectores u otros escritores) me lee o si me critica o si me conoce siquiera. Así que sinceramente no sabría decirte, yo mismo no conozco la totalidad de lo que se escribe”.
¿Qué influencias reconoces en tu obra?
“Muchos: Bradbury, Salinger, Escobar, Mc Cullers, José Soler Puig, Carpentier…Además de la realidad misma, y la filosofía, cada vez se me hace más difícil escribir sin antes mojarme un poco la mente con un zumo de algunos autores de filosofía”.
A veces no basta con que te guste o te sientas bien escribiendo, ¿qué más crees que se necesita?
“Sustancia. Combustible. Lo que para cada cual sea necesario, si es amor, amor, si es desamor, desamor, si es injusticia, pues sea, sustancia. Lo que a veces la gente llama: algo que decir”.
En tu opinión, ¿en qué radica la utilidad de un escritor?
“Un escritor debe interpretar, debe hacerlo mejor que un actor, interpretar incansablemente y tener un sentido del deber para con lo que interpreta. Si después de examinarlo, determina que es válido que alguien lo lea, entonces publicarlo. Después deja de ser útil, como una maquinita de afeitar desechable, pero qué importa”.
Cervantes decía que su intención era “poner en la plaza de nuestra República una mesa de trucos”, ¿cuál sería la de Serguei?
“Si hay truco para mí, no lo he encontrado, es que soy jovencito aun, tú sabes. Cervantes seguro sabía bien lo que decía, pero yo no”.
El poeta argentino Arturo Carrera expresó en una ocasión que la primera obra es determinante en un poeta, ¿ocurre así con Serguei?
“Más o menos. Si contamos como primera obra mi primer libro de poesía, Summer, sí es bastante importante para mí, y en cierta medida ha marcado la poesía que he escrito después, pero puede que eso cambie, es más, quiero que eso cambie, en algún momento, todavía no”.
“Aún no soy dueño de muchos misterios, pero tengo pretensiones, veremos”, dice Serguei a la par que consume y se consume en las lejanas hojas otoñales que siempre tienen color voluble y se baten lento en la cúspide de las palabras; luego escribe:
“Los edificios se deshojan / la gente / los caballos / la cinta bronceada del ocaso / todo pierde su amplitud / reduciéndose a su esencia maltrecha / o a su espléndida esencia / esa es la estación / llevarnos a lo mínimo en octubre / matarnos en diciembre”. Así, como una débil hormiga que transita la dura cuerda durante el solsticio y se descubre plena en el camino hacia la vejez.